jueves, 2 de diciembre de 2010

La dolce vitte!

Arranco a mordiscos la vida, rutirizando mi nostálgica existencia. Transito de mesa en mesa evitando el arraigo. Busco algo (o quizás alguien) con quien huir de la soledad, para hallar en ella la necesidad de estar sola.

Miedo al fracaso, al abatimiento.
Miedo a que el cansancio y la fatiga sigan acompañándome en el viaje.

Analizando los saldos de mi vida paso las horas, pasando por alto las gangas, buscando eternamente la oferta.

Huyendo de las amistades que asumen la necesidad de guerra, rivalizo con mi propia existencia, lidiando continuas batallas olvido que eso también es hacer la guerra.

Cést la vie! La dolce vitte!

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La RAE, la Academia chusmera.


Manda uebos, pero mándalos sin "h" y con "b", que si no están maldecidos y nos traen mal fario.
Nuestros septagenários de la RAE han sufrido en su vejez un tsunami de palabras que les han dejado corrompidos y se han sumado a la necedad de los hispano-parlantes que no saben poner una letra detrás de otra (y menos un acento...) admitiendo toballa como una pieza de felpa donde ellos se secan sus manos después de lavadas, como hizo Poncio Pilatos.

Hay un lugar dentro de mí donde la oscuridad es densa, tan densa que puede tocarse con las manos. Puede palparse, húmeda y fría. Puede olerse: huele a desengaño, soledad, decepción, distopía. Incluso, cuando estás en silencio, puedes escucharla: vacío, vacío, vacío… con un eco que no sabes de dónde viene pero que te rodea, como si saliese de la misma negrura que te envuelve.
Hoy, en cambio, hay luz. Un hueco se ha abierto, y tu corazón ha entrado volando a posarse sobre mi pecho, como una mariposa, liviana y hermosa. Y por una vez, no le tengo miedo a la oscuridad. Aunque me rodee, aunque me envuelva. La oscuridad seguirá ahí, pero soy feliz porque he visto la luz, y es hermosa.


lunes, 8 de noviembre de 2010

SOS

Cinco sillas de ruedas,
un puñado de abuelas,
una niña con mallas rosas
[…] desesperación y cansancio.

Manos que se frotan la cabeza,
suspiros que se mezclan con bostezos.
Incesantes idas y venidas
a un abarrotado cenicero.
Un cartel que pide silencio,
una máquina de café
[…] frustración y sueño.

Una joven en zapatillas de casa
un cartel enorme donde leer tus obligaciones,
un espacio pequeño para tus derechos.
Un chico parece borrar mensajes antiguos
[…] agonía y lamento.

Alguien llega,
encendieron el televisor
¿querrán que nos callemos ?

Extraña fauna,
dulce forma de pasar las horas
en las incómodas sillas
en la sala de espera
de un hospital cualquiera. 



miércoles, 3 de noviembre de 2010

Me siento sola, ¿tú no?


Querida amiga,
nos conocemos de toda la vida y aún me sorprendo. A menudo me encuentro hablando sola esperando que me respondas. Pero nunca lo haces, ¿te has dado cuenta? Que lo entiendo, de verdad, pero de vez en cuando podrías hacer un pequeño esfuerzo. Me siento sola, ¿tú no? Descubrir que me miras fijamente cuando me coloco delante del espejo y que no eres capaz de decirme nada nuevo, y que sólo repites lo que digo yo, me duele. Sé que a veces soy un poco borde y que no es tu culpa, pero es que ese silencio tuyo me desespera. Tampoco te pido maravillas, en serio. Sólo una palabrita de apoyo o para regañarme. Creo que te he dicho todo lo que pienso sobre el tema. Ahora te toca mover ficha. Espero conciencia mía que hayas tomado nota de todo.
Un saludo de tu inseparable compañera.

Verano

Desde mi silla observo el reloj marcando las 13:59. La aguja de los segundos se mueve lentamente marcando cada paso con un ruido seco. Sonrio mientras me levanto y camino hacia la maquina de café. Mi último chocolate en esa empresa sabe a verano perdido. Las mil y una formas de romperles las cristaleras sin ser visto se suceden en mi mente mientras camino hacia la salida. 



Tras cruzar la puerta que me separa del mundo inspiro con todas mis fuerzas. Es la primera vez que los coches, los humos industriales y el asfalto huelen a libertad.


Lookingforadream. 

miércoles, 20 de octubre de 2010

LA SOLEDAD

Lo que poseo es esto, no soy más que yo, mi cuerpo, mi reino doméstico, lleno de rincones desconocidos.
El temor a ser yo sola, a verme la cara de frente y no saberme responder.
Adónde me dirijo cuando llega el vacío, si me invaden las dunas de arena deslizándose suaves sobre mi tristeza.


A veces no sé abordar toda esta inmensidad que me llena de nada.